jueves, 10 de marzo de 2011

Nota de lectura. Gímenez / Concepción Simbólica de la cultura

Encuentro este texto de Giménez, tal y como me lo auguraron, iluminador en la comprensión del tan complejo y debatido término de cultura. Este último debe comprenderse entonces en términos más amplios como un campo específico y autónomo de la vida social (son los procesos simbólicos de la sociedad). La cultura es entonces una dimensión más en el análisis de la vida social, que se rige por una lógica propia, que se distingue de la económica y la política.
La cultura se particulariza y pluraliza en ámbitos específicos y delimitados de creencias, valores y prácticas. Hay culturas que se contraponen entre sí.
La propuesta es, siguiendo la pauta marcada por Geertz, entender la cultura en términos simbólicos lo cual equivale a expresarla como el conjunto de hechos simbólicos presentes en una sociedad, o bien, mediante los cuales es posible la comunicación entre individuos ya que comparten experiencias, concepciones y creencias. Más concretamente esta definición expresa que es un sistemas de signos que organizan, modelan y confieren sentido a la totalidad de las prácticas sociales, siempre referidos a contextos históricos específicos y socialmente estructurados.
El autor considera "lo simbólico" desde un punto de vista amplio, entendiéndolo como el mundo de las representaciones sociales materializadas en formas sensibles (o simbólicas) que se traducen en: expresiones, artefactos, acciones, acontecimientos, cualidad o relación (todo sirve de soporte simbólico de significado cultural). Lo simbólico comprende entonces el conjunto de procesos sociales de significación y comunicación que se desglosa en tres grandes problemáticas: 1) la existencia de códigos sociales compartidos (símbolos y sus reglas) 2) la producción del sentido (ideas, representaciones y visiones del mundo) en el pasado (constructos culturales o capital simbólico) como del presente (actualización, invención e innovación de valores) 3) La interpretación/reconocimiento (interconocimiento social, interjuego de interpretaciones pasadas y presentes en una sociedad dada).
Consideraciones importantes:
a) lo simbólico es una dimensión constitutiva de TODAS las prácticas sociales, y por ende de toda la vida social (no puede ser de otro modo ya que está en el discurso, mitos, gestos, postura corporal, etc.).
b) el símbolo no se "lee" únicamente, también es un instrumento de acción y de poder.
c) A pesar de ser únicamente una dimensión de análisis de las prácticas sociales, la cultura es relativamente autónoma y coherente, incluso cuando se concibe de manera plural. La cultura se rige por una lógica semiótica propia (autónoma y coherente). Las prácticas culturales se concentran en nudos institucionales poderosos que administran y organizan sentidos (no es que busquen la uniformidad cultural), introduciendo cierto orden y coherencia dentro de la pluralidad cultural característica de las sociedades modernas, al llevar a cabo operaciones como hegemonización, jerarquización, marginalización y exclusión de ciertas actividades culturales. La acción de estos grandes aparatos deja marcado un mapa cultural donde todos los actores sociales tienen un lugar asignado. La naturaleza humana, se distingue entonces de la animal en el sentido de que aquello que orienta su sobrevivencia no se encuentra en lo genético sino en el sistema de símbolos socialmente construidos.
Este enfoque simbólico ha generado cierto consenso (lo cual es raro en las Ciencias Sociales) entre autores de diversas disciplinas y enfoques teóricos. Se puede hablar de una elevación de la semioticidad del comportamiento y la semiótica como manera de estudiar la cultura. Esta concepción responde al cuestionamiento de fondo de la antropología sobre cómo comprender aquello que resulta extraño e incomprensible de las sociedades diferentes. La cultura en términos simbólicos (concepción semiótica) no ha resultado en una disciplina sino comprende un amplio campo de fenómenos que comparten el componente simbólico, estudiados desde distintas disciplinas y métodos.
De toda esta reflexión, el autor define el concepto de cultura en términos dinámicos como un "proceso de continua producción, actualización y transformación de modelos simbólicos (en su doble acepción de representación y de orientación para la acción) a través de la práctica individual y colectiva, en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados".
Sin embargo, tal definición hace que la cultura adquiera ciertas propiedades que no van sin complicaciones como lo es la transversalidad (la cultura es una dimensión que está presente en todas las prácticas sociales): ¿cómo afrontar desde la experiencia así como en la investigación científica una realidad tan amplia, cómo pensar la cultura en su conjunto?
Una posible respuesta a este cuestionamiento de fondo es que nunca podemos experimentar la totalidad de los artefactos simbólicos que constituyen la cultura de nuestros grupos de pertenencia o referencia diversos, sólo podemos experimenta fragmentos del mismo, denominados "Textos culturales" (Brummet), que son un conjunto limitado de signos relacionados entre sí puesto que todos sus significados alimentan el mismo efecto o desempeñan las mismas funciones (como "metonimizar" o condensar una problemática compleja y abstracta en ciertos hechos impactantes).
Otra manera en que ha sido abordado este cuestionamiento es aquella de considerar la cultura como subdividida en sectores, ya que la sociedad moderna se caracteriza por la diferenciación creciente a partir de la división técnica y social del trabajo. La sectorización de la cultura es muy grande y cada uno de los sectores tiende a convertirse en un universo autónomo, controlado por especialistas y dedicado a la producción de bienes culturales. Al interior de cada uno se opera una intensa división del trabajo. Cada época y cada sociedad jerarquiza estos sectores y las investigaciones en este tenor son abundantes, que proceden a través de encuestas que evalúan tanto la diferenciación como la jerarquización de los sectores culturales en los diferentes países europeos. Al interior de esto se encuentra el enfoque dinámico que aborda el universo de la cultura también en sectores pero divididos en cinco procesos articulados pero que muchas de las veces se autonomizan (como la educación). Esta diferenciación de la cultura en sectores implica considerar relaciones de competencia, rivalidad y conflicto entre actores pertenecientes a estos sectores y sus procesos internos.
El universo de la cultura también puede abordarse a partir de la estratificación social por clases, suponiendo que la desigualdad social genera una distribución del poder desigual que condiciona las distintas configuraciones ideológicas-culturales. Es un enfoque tradicional que contrapone a las culturas dominantes vs las culturas populares y entre ambos niveles una cultura intermedia (o clase-mediera). Este enfoque ha sido profundamente criticado por los teóricos de la posmodernidad y los de la "cultura popular" alegando la tendencia de las sociedades modernas hacia la universalización de la clase media y la homogeneización de la cultura por los mass-media (lo cual elimina diferencias). Por tanto, desaparecen las culturas étnicas y campesinas tradicionales y obrera. No obstante, esta tesis se topa de frente con las realidades latinoamericanas por su inadecuación. Este enfoque neo-marxista se ha desarrollado con gran popularidad sobre todo en Inglaterra, retomando las ideas de Gramsci sobre la hegemonía. Aquí no sólo se consideran las diferencias de clase, sino también aquellas que relevan de la distancia entre generaciones y las relaciones de género.
Otra distinción estratégica que emerge en los debates sobre la cultura es aquella entre formas interiorizadas y formas objetivadas de la cultura (para Bourdieu "formas simbólicas" y "símbolos objetivados"). La concepción semiótica no puede entenderse sin considerar la vinculación de los modelos simbólicos con los actores que los incorporan y expresan en sus prácticas. Este elemento conduce la mirada hacia el actor/sujeto y la interiorización que llevan a cabo de manera jerarquizada y selectiva de pautas de significados (representaciones, esquemas cognitivos, ideologías, mentalidades, actitudes, creencias y el stock de conocimientos de un grupo dado), más que la objetivación de la cultura. Este enfoque en el estudio de la cultura se encuentra abordado a partir de tres paradigmas: a) en términos del habitus desarrollado por Bourdieu, b) a través de los "esquemas cognitivos" (teoría cognitiva de la cultura) y c) las "representaciones sociales". Esta última, que es homologable a la primera de las tres, representa para el autor una de las vías más rentables para el análisis de las formas interiorizadas de la cultura.
De esto, el autor construye una definición más amplia: "la cultura es la organización social de significados, interiorizados de modo relativamente estable por los sujetos en forma de esquemas o de representaciones compartidas y objetivados en formas simbólicas, todo ello en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados". Esta definición permite el abordaje de la cultura desde un punto de vista diacrónico (proceso) y sincrónico (configuración en un momento determinado).

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