martes, 15 de febrero de 2011

La cola del dragón

A pesar de que los grandes grupos de poder dictan los elementos culturales a seguir, también recae en uno mismo el que estos trasciendan o no. La cultura tiene distintas definiciones puede ser un proceso de desarrollo, o un conjunto de tradiciones y costumbres regionales, o un conjunto de valores simbólicos y, de acuerdo con Thompson (1998: 184) existe una cuarta perspectiva estructuralista, en la que los contextos son estructurados por la sociedad a la que pertenecen generando formas simbólicas.
En Guadalajara constantemente se presentan eventos públicos gratuitos que presentan distintas manifestaciones culturales, el problema es que son presentadas de manera excesiva y pretenciosa, siguiendo intereses privados y desacreditando en más de una ocasión a los elementos artísticos de la región (un buen ejemplo fue el caso de las marionetas gigantes). Su público consume los productos culturales por que están ahí, accesibles. Pero no cuenta con un criterio sobre la calidad de lo que se le presenta, en ocasiones ni si quiera presta atención en el contenido.
Como resultado de estos productos culturales que nos llegan de todos lados, puedo apreciar dos tendencias en los creadores tapatíos: por una parte en algunos creadores se puede ver un extraño hibrido cultural, en el que se pretende seguir tendencias ajenas sin comprenderlas por completo y por el otro lado se puede ver un desesperado intento por recuperar nuestras raíces (nuevamente sin comprenderlas del todo), lo que hace que los autores creen obras muertas en vida por que están fuera de su tiempo y de su contexto.
Por otro lado las instituciones culturales están en las peores manos, las más ignorantes y corruptas, tienen lugar para su gente y la gente de fuera, rara vez se le da foros de expresión a los artistas emergentes.
El proceso de “desinstitucionalización”, es tomado por el arte contemporáneo como parte de un discurso, el arte objeto por ejemplo descontextualiza un objeto común y lo vuelve un objeto que puede incluso trascender a la historia (como el orinal de Marcel Dushamp). También se puede ver en los discursos del pop art el cuestionamiento del valor de autenticidad de las obras, Warhol por ejemplo creó diversas reproducciones de la Mona Lisa para desacreditar su valor.
Sin embargo resulta un poco contradictorio el hecho de que sea necesario contar con cierta formación para poder entender y apreciar el arte contemporáneo, y a esta formación tienen más accesibilidad las elites.

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