miércoles, 16 de febrero de 2011

Alta costura, alta cultura

Bourdieu nos presenta un análisis en el que trata a la industria de la moda de una manera cercana y profunda, lejos de la supuesta frivolidad acuñada con el paso del tiempo, nos permite observar las entrañas que constituyen el motor de los llamados creadores de tendencias.

Enmarcar a la moda dentro de un análisis sociológico pareciera descabellado, sin embargo, el resultado de dicha investigación culmina en un mecanismo de producción ya bien conocido dentro del mundo del arte.

Como función y eje del mercado en general, el prestigio y renombre es la meta a alcanzar. En la moda no es la excepción. Las marcas de antaño, las usadas de generación en generación y que ahora se encuentra en la cúspide de la industria son las que miran con desdén a sus potenciales sucesores, y no es para menos, dado que estos se ingresan al campo de batalla con la idea de hacer tambalear los cimientos de los ya bien establecidos. Es esta enemistad la que Bourdieu presenta como el corazón que bombea la sangre dentro de la erróneamente catalogada fría industria de la moda.

La innovación, tendencias, las chillantes paletas de colores, las telas estrafalarias, todo eso que al final se termina convirtiendo en moda tiene su fuente en la constante batalla entre permanecer arriba o merecer el lugar, entre reafirmar el prestigio o imponerse como el nuevo estilo. Pero una cosa es importante señalar y es que aunque se pueden rasgar algunas telas dentro de esta contienda, al final el maniquí debera permanecer intacto, la industria de la moda deberá preservarse intachable y respetable.

La moda existe porque la gente cree en ella, si la moda tiene valor es porque la gente le otorga el valor. Ahora ya no parece tan descabellado ver a la moda dentro de un marco sociológico.

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