En este corto capítulo, Guillermo Bonfil Batalla inaugura y cierra con la clara premisa de la necesidad de reflexionar sobre las peculiaridades teóricas en el campo de estudios de las culturas populares en nuestro país.
Primeramente, el autor esclarece la definición de cultura popular, descrita en términos sociales, que se atribuye a los sectores o grupos sociales definidos como populares. Asimismo, Batalla reseña la rápida acepción del término en el medio antropológico, que en su opinión, le abrió un camino promisorio.
Resulta de interés la forma estratégica en que Batalla va entretejiendo la información para que los conceptos sean comprendidos. Del parteaguas entre lo popular y lo no popular, implícito en la conceptualización, deduce la relación de dominación/subordinación. Evidentemente, las culturas populares son los sectores subordinados, y menciona lo son en todos los términos, pues la noción atañe, entre otras, a la dimensión política.
El otro concepto de de singular valor que surge de la concepción del término en grupos sociales, es la diferencia: entender las culturas populares como culturas diferentes. Es esta cuestión a la que dedica más espacio debido a las distinciones que realiza respecto a ciertas construcciones teóricas que las consideran como subculturas en función de los desniveles culturales en el interior de una sociedad estratificada como lo es México.
Batalla presenta ejemplos de grupos dominados o colonizados, como la cultura india y campesina, en múltiples circunstancias que puntualmente explica para evidenciar que no están bajo un sincretismo, sino ante una dominación colonial sobre una cultura diferente.
Finalmente, aunque no conozco el o los anteriores enfoques de estudio antropológico de las culturas populares, través de sus explicaciones quedé de acuerdo con Bonfil Batalla en que estas dos nuevas concepciones pueden orientar por un buen rumbo a este quehacer intelectual.
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