Luego de revisar las consideraciones que Simmel plantea en su artículo, creo que es posible enlazar su ejemplo de tazas y asas con la cultura en los siguientes términos:
La taza (con su asa) representa a la cultura.
La parte intangible de la cultura, todo lo que representa simbólicamente será su mundo interno o cultura interiorizada.
El asa representa entonces un doble vínculo entre lo simbólico inmaterial (cultura interiorizada) y el mundo exterior, la materialización de la cultura interiorizada, es decir, la cultura objetivada.
El asa es algo así como “el alma de la cultura” ya que representa el enlace de su corpus con sus formas materiales; es además el soporte de sus usos.
El asa tiene una forma y función determinadas que dan cuenta del contenido simbólico a la que está anclada y determinan en cierta medida la vinculación de éste con el mundo externo.
Por otra parte, podemos considerar una taza como una cultura determinada, de modo que cada cultura A (taza A) tiene su propia alma (su parte interiorizada o subjetivada) que interactúa con otras por el asa que constituye su parte objetivada.
Me parece que la reflexión de Simmel es útil para entender la dualidad de la cultura entendida en términos de lo subjetivo y lo objetivo. Además que nos permite señalar un punto de partida para analizar la cultura o las culturas a partir de vestigios materiales como son los objetos que usamos en la vida cotidiana que regularmente tienen una visible o invisible (no obstante, importante) carga cultural.
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