Capítulo I. La investigación sobre el pluralismo cultural en América Latina
El Capítulo I del texto de Bonfil puede dividirse en dos partes: una primera en la que describe los factores por considerar en el intento de trazar un panorama sobre la pluralidad cultural en América Latina; la segunda parte es no solamente una lista pormenorizada de los asuntos y temas más importantes para el estudio de la pluralidad cultural sino también debe verse como una agenda pendiente en la investigación sobre el tema. En este último aspecto destaca la pobreza en cuanto a producción científica que aclare en múltiples ámbitos la dinámica entre culturas, los conflictos de poder que las atraviesan y las posibles vías de convivencia y respeto mutuo.
Sin duda, los distintos eventos y procesos de distinta índole que han tenido lugar en la historia de la región latinoamericana han alimentado su amplia diversidad cultural presente. Bajo esta premisa, el autor pasa una breve revista de aquel que más ha marcado el panorama cultural latinoamericano que es el de la dominación colonial. Factores como la composición étnica, no son en sí mismos suficientes para explicar la diversidad cultural. Se debe analizar la pluralidad al interior de cada sociedad. En algunos países la proporción de poblaciones amerindias es mayor, en otros la población tiene su origen en las migraciones europeas y el mestizaje. En aquellos con población de origen étnico originario, ésta se divide en núcleos localizados con grados diversos de aculturación y relaciones con el mundo occidental. En muchos casos conservan una matriz cultural originaria. También se cuenta con la presencia de minorías de origen extranjero que mantienen lazos culturales y lealtades sociales con sus pueblos de origen, manteniendo su identidad étnica diferenciada del resto de la población nacional. Ha habido un tipo de población que ha recibido el apelativo de "cultura nacional" conformada por individuos de origen criollo y mestizo y que representan las capas dominantes a partir de la independencia. Cada país ha producido modelos diferentes de culturas nacionales, algunos con mayor énfasis en la herencia india precolonial y otros enfatizan el carácter occidental negando cualquier otra procedencia.
La manera en que ha sido estudiada y entendida la pluralidad étnica en la región por varias vertientes. Una primera puede ser caracterizada como meramente descriptiva bajo la forma de monografías etnográficas sobre comunidades o regiones ya sea indígenas (mayoritariamente), negras, mestizas o europeas (escasos trabajos), interesándose en su carácter tradicional o bien en la dinámica cultural y procesos de cambio.
Otro nivel de análisis es la interpretación del pluralismo étnico que intenta comprender las relaciones entre grupos con culturas diferentes y las sociedades nacionales que los cobijan. Distintos marcos teóricos han intentado asir este objeto de estudio: el esquema funcionalista (angloamericano, Redfield); el de las sociedades duales y el posterior concepto de "colonialismo interno (Balandier); el enfoque de las "regiones de refugio" (Aguirre Beltrán); el pensamiento marxista (Mariátegui); el enfoque sobre los "frentes de expansión" de la sociedad nacional (Ribeiro y Cardoso). Estos modelos tienen como características comunes el haber sido elaborados a partir de pueblos indios, además de enfatizan el papel dinámico de la sociedad dominante y los grupos indios como sistemas pasivos que reaccionan culturalmente ante el primero.
Otro ángulo de observación puede ser el nivel regional al interior de los mismos países latinoamericanos. Estas regiones se componen de numerosos factores de distinta índole y son vistas como aglomeraciones de cierto tipo cultural (p. ej. península de Yucatán, altiplano, la Pampa, etc.). Otra dimensión que enriquece la diversidad cultural en los países de la región es aquella que emerge del contraste entre el sector urbano y rural. Bonfil resalta el hecho, raramente tomado en cuenta en los marcos teóricos utilizados para comprender la relación rural-urbano, de que la ciudades de Latinoamérica son y han sido el "asiento y el espacio del colonizador", lo que provoca dejar inexploradas sus implicaciones culturales en la conformación de tales urbes y el campo. Surge la "cuestión campesina" al interior del ámbito académico y político en los años setenta, que representó un tema de debate bajo la influencia de la teoría de la dependencia, sobre el modo de producción campesino, la proletarización del campesinado y los vínculos entre economía campesina y capitalismo. La migración ha sido otro ámbito de estudio en esta relación rural-urbano, donde se ha logrado dar buena cuenta del aspecto cultural del fenómeno. En suma, el fenómeno que relaciona el mundo campesino con las ciudades no ha sido analizado a fondo y de manera sistemática en términos de dinámica cultural.
Una dimensión importante que alimenta de igual manera la complejidad de la diversidad cultural es el fenómeno de estratificación entendido como participación desigual en la producción y consumo de bienes culturales. Para comprender las diferencias culturales derivadas de la estratificación y el papel de éstas en el proceso mismo de estratificación es necesario cruzar su estudio con las dimensiones señaladas más arriba (diversidad étnica, rural-urbano, etc.). Si bien los trabajos sobre "cultura de la pobreza", la "cultura obrera" o las "culturas populares han contribuido, quedan muchos aspectos sin resolver.
Las reflexiones sobre el significado del pluralismo en América Latina llevan a algunos autores a pensarlo como producto de la desigualdad económica y social, como una situación que se resolverá una vez que se transforme la estructura económica de nuestras sociedades. Para el autor esta es una simplificación errónea, más bien son el resultado de procesos históricos de larga duración que han generado sistemas sociales portadores de culturas propias y distintivas. Destaca la distinción conceptual entre "desigualdad" y "diferencia" que tanto para el análisis como para la acción en cuanto a los proyectos de nación de cada estado resulta fundamental.
La cuestión del pluralismo cultural desde el Estado, el exterior y los actores privados
El autor analiza los marcos constitucionales y jurídicos de las naciones que representan la manera en que los grupos de poder y ciertas clases sociales expresan sus aspiraciones e intereses en cuanto al ordenamiento legal de la nación. Las leyes indigenistas, que son un aspecto de este debate, han sido ampliamente estudiadas y debatidas. Estas leyes son en general de tipo integracionista, buscando borrar las diferencias culturales y étnicas mediante la sustitución de contenidos (escolarización, castellanización, etc.). La diversidad y la diferencia son en este sentido, considerados como obstáculos para la consolidación nacional. En la búsqueda de un proyecto de nación que identifique a los estados latinoamericanos, la propuesta del autor es dejar de lado los modelos culturales impuestos por occidente, para dar paso a un modelo único elaborado desde dentro. Otras fuentes de presiones externas que cita el autor como influyentes en los procesos culturales, por cierto poco abordados en el ámbito académico, son la incidencia de los fenómenos macroeconómicos internacionales, la "penetración cultural" a través de los medios masivos de comunicación, el turismo y la emigración masiva a contextos internacionales (principalmente el flujo México-Estados-Unidos), y por último los distintos programas de desarrollo de todo tipo que se implementan por agencias internacionales.
El autor concluye con la reflexión sobre un modo alternativo de analizar las relaciones interculturales, ya no desde el punto de vista que considera a las culturas minoritarias como obstáculo y considerándolas como entes pasivos, al contrario, analizar su potencial y considerar su persistencia como manifestación de actividades de "resistencia" cultural.
El Capítulo I del texto de Bonfil puede dividirse en dos partes: una primera en la que describe los factores por considerar en el intento de trazar un panorama sobre la pluralidad cultural en América Latina; la segunda parte es no solamente una lista pormenorizada de los asuntos y temas más importantes para el estudio de la pluralidad cultural sino también debe verse como una agenda pendiente en la investigación sobre el tema. En este último aspecto destaca la pobreza en cuanto a producción científica que aclare en múltiples ámbitos la dinámica entre culturas, los conflictos de poder que las atraviesan y las posibles vías de convivencia y respeto mutuo.
Sin duda, los distintos eventos y procesos de distinta índole que han tenido lugar en la historia de la región latinoamericana han alimentado su amplia diversidad cultural presente. Bajo esta premisa, el autor pasa una breve revista de aquel que más ha marcado el panorama cultural latinoamericano que es el de la dominación colonial. Factores como la composición étnica, no son en sí mismos suficientes para explicar la diversidad cultural. Se debe analizar la pluralidad al interior de cada sociedad. En algunos países la proporción de poblaciones amerindias es mayor, en otros la población tiene su origen en las migraciones europeas y el mestizaje. En aquellos con población de origen étnico originario, ésta se divide en núcleos localizados con grados diversos de aculturación y relaciones con el mundo occidental. En muchos casos conservan una matriz cultural originaria. También se cuenta con la presencia de minorías de origen extranjero que mantienen lazos culturales y lealtades sociales con sus pueblos de origen, manteniendo su identidad étnica diferenciada del resto de la población nacional. Ha habido un tipo de población que ha recibido el apelativo de "cultura nacional" conformada por individuos de origen criollo y mestizo y que representan las capas dominantes a partir de la independencia. Cada país ha producido modelos diferentes de culturas nacionales, algunos con mayor énfasis en la herencia india precolonial y otros enfatizan el carácter occidental negando cualquier otra procedencia.
La manera en que ha sido estudiada y entendida la pluralidad étnica en la región por varias vertientes. Una primera puede ser caracterizada como meramente descriptiva bajo la forma de monografías etnográficas sobre comunidades o regiones ya sea indígenas (mayoritariamente), negras, mestizas o europeas (escasos trabajos), interesándose en su carácter tradicional o bien en la dinámica cultural y procesos de cambio.
Otro nivel de análisis es la interpretación del pluralismo étnico que intenta comprender las relaciones entre grupos con culturas diferentes y las sociedades nacionales que los cobijan. Distintos marcos teóricos han intentado asir este objeto de estudio: el esquema funcionalista (angloamericano, Redfield); el de las sociedades duales y el posterior concepto de "colonialismo interno (Balandier); el enfoque de las "regiones de refugio" (Aguirre Beltrán); el pensamiento marxista (Mariátegui); el enfoque sobre los "frentes de expansión" de la sociedad nacional (Ribeiro y Cardoso). Estos modelos tienen como características comunes el haber sido elaborados a partir de pueblos indios, además de enfatizan el papel dinámico de la sociedad dominante y los grupos indios como sistemas pasivos que reaccionan culturalmente ante el primero.
Otro ángulo de observación puede ser el nivel regional al interior de los mismos países latinoamericanos. Estas regiones se componen de numerosos factores de distinta índole y son vistas como aglomeraciones de cierto tipo cultural (p. ej. península de Yucatán, altiplano, la Pampa, etc.). Otra dimensión que enriquece la diversidad cultural en los países de la región es aquella que emerge del contraste entre el sector urbano y rural. Bonfil resalta el hecho, raramente tomado en cuenta en los marcos teóricos utilizados para comprender la relación rural-urbano, de que la ciudades de Latinoamérica son y han sido el "asiento y el espacio del colonizador", lo que provoca dejar inexploradas sus implicaciones culturales en la conformación de tales urbes y el campo. Surge la "cuestión campesina" al interior del ámbito académico y político en los años setenta, que representó un tema de debate bajo la influencia de la teoría de la dependencia, sobre el modo de producción campesino, la proletarización del campesinado y los vínculos entre economía campesina y capitalismo. La migración ha sido otro ámbito de estudio en esta relación rural-urbano, donde se ha logrado dar buena cuenta del aspecto cultural del fenómeno. En suma, el fenómeno que relaciona el mundo campesino con las ciudades no ha sido analizado a fondo y de manera sistemática en términos de dinámica cultural.
Una dimensión importante que alimenta de igual manera la complejidad de la diversidad cultural es el fenómeno de estratificación entendido como participación desigual en la producción y consumo de bienes culturales. Para comprender las diferencias culturales derivadas de la estratificación y el papel de éstas en el proceso mismo de estratificación es necesario cruzar su estudio con las dimensiones señaladas más arriba (diversidad étnica, rural-urbano, etc.). Si bien los trabajos sobre "cultura de la pobreza", la "cultura obrera" o las "culturas populares han contribuido, quedan muchos aspectos sin resolver.
Las reflexiones sobre el significado del pluralismo en América Latina llevan a algunos autores a pensarlo como producto de la desigualdad económica y social, como una situación que se resolverá una vez que se transforme la estructura económica de nuestras sociedades. Para el autor esta es una simplificación errónea, más bien son el resultado de procesos históricos de larga duración que han generado sistemas sociales portadores de culturas propias y distintivas. Destaca la distinción conceptual entre "desigualdad" y "diferencia" que tanto para el análisis como para la acción en cuanto a los proyectos de nación de cada estado resulta fundamental.
La cuestión del pluralismo cultural desde el Estado, el exterior y los actores privados
El autor analiza los marcos constitucionales y jurídicos de las naciones que representan la manera en que los grupos de poder y ciertas clases sociales expresan sus aspiraciones e intereses en cuanto al ordenamiento legal de la nación. Las leyes indigenistas, que son un aspecto de este debate, han sido ampliamente estudiadas y debatidas. Estas leyes son en general de tipo integracionista, buscando borrar las diferencias culturales y étnicas mediante la sustitución de contenidos (escolarización, castellanización, etc.). La diversidad y la diferencia son en este sentido, considerados como obstáculos para la consolidación nacional. En la búsqueda de un proyecto de nación que identifique a los estados latinoamericanos, la propuesta del autor es dejar de lado los modelos culturales impuestos por occidente, para dar paso a un modelo único elaborado desde dentro. Otras fuentes de presiones externas que cita el autor como influyentes en los procesos culturales, por cierto poco abordados en el ámbito académico, son la incidencia de los fenómenos macroeconómicos internacionales, la "penetración cultural" a través de los medios masivos de comunicación, el turismo y la emigración masiva a contextos internacionales (principalmente el flujo México-Estados-Unidos), y por último los distintos programas de desarrollo de todo tipo que se implementan por agencias internacionales.
El autor concluye con la reflexión sobre un modo alternativo de analizar las relaciones interculturales, ya no desde el punto de vista que considera a las culturas minoritarias como obstáculo y considerándolas como entes pasivos, al contrario, analizar su potencial y considerar su persistencia como manifestación de actividades de "resistencia" cultural.
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