Dentro de nuestras riquezas culturales existen objetos que pasan desapercibidos por nuestros ojos y que parecen no tener gran importancia en nuestra vida cotidiana. Georg Simmel nos trae hasta nosotros un objeto que parece tan insignificante para nosotros pero que en su escrito nos representa como entes culturales, se trata ni más ni menos que del asa de una taza.
Por lo regular una taza es un recipiente resistente con una sola asa que se usa para tomar líquidos. Aunque en algunos países de Latinoamérica se le denomina jarro. La taza, como trozo de metal o de cualquier otro material, tangible, ponderable, inserto en el trasiego y las conexiones del medio circundante, la taza es un fragmento de la realidad.
El asa es el miembro con el cogemos el vaso, lo alzamos, lo inclinamos; podemos decir que por medio del asa se proyecta aquél expresivamente en la realidad, es decir, a las relaciones con lo exterior. Las asas no son meras excusas indiferentes a todo su valor artístico en su forma, como los elementos de encaje de un cuadro, en el caso de las pinturas de arte.
Podría decirse que el asa procede de poderes exteriores, que pertenece a un orden exterior de las cosas, destacando un significado que va más allá de la pura forma artística. El corte entre el vaso y el asa se acentúa con mayor fuerza en la forma de serpiente, lagarto o dragón que está última adopta a veces.
Simmel lo relaciona el asa de las tazas como los brazos del hombre, que habiendo surgido del mismo proceso homogéneo de organización que su tronco, constituyen al mismo tiempo el elemento de mediación de las relaciones del conjunto del ser con el mundo exterior. Así como el alma es la mano un instrumento, también el instrumento es para ella una mano.
La taza representa al alma de la cultura interiorizada, un lugar donde se percibe lo simbólico. Adentro de la taza representa el mundo real donde se objetiva la cultura interiorizada. El asa como elemento primordial del vaso es la conexión al mundo exterior donde se encuentran todas las prácticas y toda la materialización. Podemos decir entonces que la taza es una cultura determinada, donde cada taza (cultura) tiene su propia alma (cultura interiorizada), que interactúan entre sí por el asa. Entre cada taza (cultura) existe una conexión por medio del asa.
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