En Cultural Theory acompañamos a los autores por un mapeo histórico de la cultura. No sólo en sus concepciones cotidianas, sino académicas: quiénes han escrito y dialogado sobre la cultura, qué dijeron, y bajo qué circunstancias. Partimos de las tres líneas que remarca Raymond Williams sobre los diferentes acercamientos de la cultura: el eje intelectual y artístico, las diferentes actividades y expresiones que se desprenden de estas y la forma de vida de un grupo de personas.
Pero para aclarar con mayor precisión las diferentes definiciones de cultura, los autores también proponen una revisión de autores que, aunque no lo hayan dicho de manera directa, bordearon (ya sea de manera profunda o no) la cultura. El primero en la lista es Karl Marx, de quien se desprende una visión materialista de la cultura, en donde términos como ideología toman fuerza en un contexto en donde las relaciones de producción imperan sobre las acciones sociales.
El segundo es el sociólogo francés Durkheim, quien partió desde una visión funcionalista para entender cómo es que eso llamado sociedad se mantiene unido. Durkheim creía que las asociaciones humanas no sólo creaban prácticas y actividades en común, se relacionaban para pactar entre ellos acuerdos que les garantizarían la sobrevivencia, sino que también construían sistemas en común para entender el mundo, los cuales compartían como reglas.
Luego continúan con Weber y Simmel, quienes desarrollan, desde diferentes visiones y estilos, la sociología alemana moderna, la cual tenía la intención de alejarse de la postura francesa encabeza por Durkheim, dándole al sujeto una mayor capacidad de entender y transformar lo que ve. A diferencia del término durkhemiano de hecho social, que refleja la coerción del grupo sobre el sujeto, Weber implementó el de acción social, lo que le permitirá hacer análisis sobre la relación entre el desarrollo del capitalismo y la ética del protestantismo, por ejemplo. Simmel por su cuenta se convirtió en una importante influencia para los interaccionistas, pues dejó a un lado los gran des estudios explicativos de la sociedad, para centrarse en acciones concretas.
Otro personaje mencionado es Federich Nietzche, el filósofo vitalista alemán, quien fue un crítico voraz de la estaticidad de las prácticas tradicionales y morales. Nietzsche intentó encontrar el origen de prácticas como la religión, las cuales se montaban sobre sistemas en donde poco o nada influían los sujetos.
El último en la lista es W.E.B DuBois, quien destaca en la serie por introducir el elemento de raza en los estudios de la cultura, agregándole un nuevo elemento que no había sido considerando anteriormente. Para DuBois, la cultura no es algo inocente que se mantiene por leyes incomprensibles, sino que también tiene rasgos colonialistas que afectan directamente en algunos grupos humanos.
Norbert Bolz, por su cuenta, nos conduce por un transitado y difícil camino de la transición de un mundo moderno que comienza a perder impulso y a desinflarse, a uno lleno de prefijos post, en donde ya nada puede ser anticipado y comprendido. Todo lo que la modernidad creó, es ilusorio, es un sólido que desvanece en el aire bajo el argumento de las construcciones sociales, de la cultura, de los contextos. La historia no tiene objetivo, el progreso no camina ni para atrás ni para adelante, las visiones totalitarias del mundo han caído en desuso o son prácticas autoritarias: todo lo que vemos es falso, como si hubiéramos despertado de la Matrix, y nos encontráramos que todo lo que vimos, o nos dijeron que veríamos, era sólo un sueño.
La cultura sigue, bajo estos términos, el mismo patrón: ¿de qué sirve hablar de ella si todo lo que nos recuerda es el mundo pasado, en donde se utilizaban términos tan ambiciosos como ese para delimitar, separar y entender algo que, para empezar, no existía?
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